El documental Prostitución y abolicionismo en la Segunda República, con guion de Luis Miguel Úbeda, gira en torno al decreto de junio de 1935 que acabó con la reglamentación de la prostitución en España. Su aprobación estuvo envuelta en un duro debate que reflejaba la complejidad de abolir una actividad muy asentada en la sociedad.
El comercio sexual se venía tolerando en nuestro país y en Europa desde mediados del siglo XIX. Era una legalización encubierta en la que subyacía una mala conciencia; una doble moral que justificaba la prostitución como un mal menor.
El reglamentarismo buscó asiento científico en las tesis higienistas de la época que trataban de contener la extensión de las enfermedades de transmisión sexual con una policía sanitaria. De esta forma, se estableció un registro de prostitutas y un censo de las casas de lenocinio; un control que permitió fiscalizar con impuestos el comercio sexual y que reportó pingües beneficios a ayuntamientos y gobiernos civiles. Esa recaudación generó una de las críticas más descarnadas al sistema: la del Estado proxeneta.
La regulación provocó también el nacimiento de una corriente feminista abolicionista, dirigida en un primer momento en Inglaterra por Josephine Butler. En España esta corriente penetró más tardíamente, pero terminó arraigando gracias a destacadas mujeres como Regina García, Victoriana Herrero, Matilde Huici, Victoria Kent, María Lejárraga, Ascensión de Madariaga, Carmen de Burgos, Margarita Nelken o Clara Campoamor.
Desde 1932, en el debate parlamentario del abolicionismo llevó la voz cantante el psiquiatra César Juarros, diputado del Partido Republicano Progresista y fundador de la Sociedad Española del Abolicionismo. Aunque la Segunda República se declaró abolicionista desde primera hora, el debate se prolongó y hubo que esperar hasta 1935 para dar forma jurídica a la propuesta. No obstante, ya en abril de 1932 se promulgó un decreto suprimiendo todo tipo de impuesto a la actividad prostitucional.