El pasado mes de agosto, un incendio forestal que afectó a varios municipios de la provincia de Ávila calcinaba unas 22.000 hectáreas. Uno de los pueblos más azotados por el fuego fue Navalacruz. Hablamos con su alcalde, Benigno González: "Se declaró zona catastrófica y seguimos prácticamente igual que cuando finalizó el incendio", denuncia. Con terreno calcinado, cierres de extensiones ganaderas rotos o carreteras intransitables, el alcalde de Navalacruz exige ayudas para su localidad: "Necesitamos que realmente llegue el dinero, hasta la fecha no hemos recibido nada".
Este incendio que rodeó a unas cinco poblaciones abulenses, se conoce como un incendio de sexta generación, por sus características tal y como explica, Javier Ezquerra, responsable del servicio de Restauración y Gestión Forestal de la Junta de Castilla y León y que estuvo coordinando la extinción del incendio de Navalacruz: "A causa del calentamiento climático provoca que los combustibles estén más secos en determinadas época y hay alteraciones en las capas altas de la atmósfera que generan fenómenos convectivos. En definitiva, son incendios que escapan a la capacidad de extinción de los operativos. Es una realidad vinculada al cambio climático y a la cantidad de combustible que hay en nuestros bosques, que es mucho mayor que hace cientos de años. Los usos tradicionales se han abandonado, hay muy poca ganadería, ya no se extrae leña".