“Es una pequeña convivencia tranquila”. Así define Vladimir Nawawicd, un canario con orígenes palestinos y guía de la zona, cómo es vivir en Belén. Allí, le explica a Íñigo Alfonso que los musulmanes son minoría, "por lo que el ambiente no está tan agitado como en otras zonas". Aunque la guerra también ha llevado a Belén otro tipo de tranquilidad: no hay turistas. Vladimir cuenta que un 20% de la población se dedica al turismo. “Es el sector más grande, pero en Navidad no había nadie. Aquí nació Cristo y no se pudo festejar por la guerra”, lamenta Nawawicd, que ha tenido que buscarse otro trabajo fuera del sector turístico. Ahora trabaja en un almacén.
Por su parte, el Padre Enrique recibe al equipo de RNE en la Parroquia de Santa Catalina Alendria. Este sacerdote echa de menos acoger a turistas en su templo. “Es un lugar santo. Son miles de personas las que han pasado por aquí y dejan algo de sí mismos”. El Padre Enrique, además, resalta la convivencia entre las tres diferentes comunidades que conviven en Belén: “Tenemos una relación muy amistosa y diferente a tiempos pasados”.