Tras décadas de globalización, esta crisis tiene una consecuencia inesperada: está limitando los desplazamientos entre Europa y el resto del mundo. Para que se hagan una idea, más de 60 países ya han restringido los viajes a España. Entre ellos, Estados Unidos. Allí, el día a día también se ha visto alterada por la epidemia.
Ha definido el COVID-19 como un "virus extranjero", vetado la entrada a millones de extranjeros y aprovechado para promocionar su muro con México. La crisis del coronavirus ha sacado punta al nacionalismo de Donald Trump, que insiste en la idea de un EE.UU. "puro" frente a un mundo amenazante.
"Este es el esfuerzo más agresivo para enfrentar un virus extranjero en la historia moderna (de EE.UU.)", dijo Trump en su discurso de este miércoles, en el que culpó a China y Europa de la propagación del coronavirus en su país y anunció un veto a los viajes desde 26 países europeos que entra en vigor esta medianoche.
En plena campaña electoral, Trump se escudaba así en el adjetivo "extranjero" para empujar más allá de sus fronteras la responsabilidad sobre una crisis que aún promete empeorar en Estados Unidos, y aprovechaba, de paso, para incidir en una de las ideas que más motivan a su base de votantes.