Gustavo Palomares, director del Instituto General Gutiérrez Mellado, admite la necesidad de un protocolo de "respuesta rápida ante situaciones críticas"
Hoy hace 30 años del día en que siete países europeos decidieron derribar las barreras físicas que los separaban y abrir sus fronteras interiores, naciendo el espacio Schengen de libre circulación de personas, bienes y servicios, que hoy comprende a 29 países de la zona. Este aniversario coincide con las advertencias de la UE en materia bélica, pidiendo a los ciudadanos que guarden provisiones en el caso de que venga una catástrofe climática o una guerra. Aunque Gustavo Palomares, director del Instituto General Gutiérrez Mellado y profesor de la UNED, ve alarmista la propuesta, admite la necesidad de un protocolo de "respuesta rápida ante situaciones críticas", insistiendo en que "hay que tener una política reactiva en cualquier caso" en Las Mañanas de RNE con Josep Cuní.
Aunque la situación de alarma se haya proclamado por parte de las instituciones europeas, Palomares considera que el espacio Schengen no corre peligro: "El acuerdo que lo originó se acompañó de medidas de cooperación y coordinación entre los servicios de policía y las autoridades judiciales para proteger la seguridad interior de los Estados miembros y para luchar contra la delincuencia y las posibles crisis", explica el entrevistado. Por lo tanto, insiste Palomares en que "el propio espacio Schengen tiene mecanismos internos para combatir los riesgos que puedan poner en duda esa libre circulación de las personas", concluye.