Se calcula que, en semana y media de guerra, ya ha entrado en Polonia un millón de personas. Allí, en la frontera, está uno de nuestros equipos que nos acercan la realidad que tienen que vivir todas las personas que huyen de la guerra y que en mucho casos a este trauma hay que sumarle la separación familiar. Es el caso de Gloria de trece años que acaba de llegar a Polonia y asegura que "no tengo palabras para poder describirlo. Solo quiero llorar". Su madre, Julia, cuando comenzó la invasión no lo dudó, cogió a su hija de trece años, a sus cinco compañeros del equipo de natación y los metió en una furgoneta. Su destino, una escuela de natación polaca donde pasar, al menos, las próximas semanas. Y, después de dejar a su hija, volverá a tomar el camino del este. Es una decisión difícil, explica, pero "es que la situación es muy díficil". Al preguntarle si tiene miedo de regresar, contesta que "solo un poco. Porque sé que mi hija sí estará a salvo". Liana de 30 años lloraba al llegar a la frontera por quién ha dejado atrás: "mi familia, mi abuela... están cerca de Kiev." Y solo espera volver a verlos.
Informan Isabel Jiménez y Fernando Torrico, enviados especiales de RNE