Unos 75.000 hogares empiezan a cobrar este viernes el ingreso mínimo vital que el Gobierno calcula que llegará a 850.000 familias. Nuestra compañera Minerva Oso ha estado con una de esas familias, la de Aya, una mujer siria que estuvo 20 años trabajando como analista de laboratorio en su país y que en 2015 tuvo que refugiarse en España por culpa de la guerra. Tiene 42 años y cuatro hijos, es cocinera, pero la pandemia le obligó a parar. Su marido lleva más de un año sin trabajo. Aseguran que prefieren trabajar que recibir ayudas, pero reconoce que esta vez no les ha quedado más remedio porque no tienen ingresos.
Además, la profesora de Economía en la Universidad de Alcalá de Henares, Olga Cantó, ha explicado en ‘Las mañanas de RNE’, que el ingreso mínimo es una herramienta clave para lucha contra la pobreza extrema, aunque ha insistido en que habrá que complementarlo con otras políticas que no den la espalda a familias que no van a cobrar esa ayuda y están en una situación precaria. “Es importante no dejar caer a personas que no parecían tan vulnerables, pero que realmente lo son. La población debe entender que todos podemos caer en una situación de emergencia”, ha asegurado Cantó.