Jalina tiene 60 años y lleva una semana en Polonia. Decidió tomar la carretera en dirección al oeste en los primeros días de los bombardeos. En su coche, lo necesario para ella y sus dos nietas: una adolescente y una niña de ocho años. La madre de las pequeñas, la hija de Jalina, se ha quedado atrás. La invasión la ha pillado con una barriga de nueve meses y temía ponerse de parto en un atasco camino de Polonia. No le faltaba razón. Se la hubiera jugado. Vive en la mitad occidental y, aunque faltaban unos días para la salida masiva, nada de eso evitó que se pasaran dos días atascados para cruzar hacia el país vecino. La hija de Jalina sigue esperando para dar a luz, se ha mudado a una localidad un poco más cercana a la frontera, pero se resiste a pasar, incluso cuando haya tenido al bebé. No quiere abandonar a su marido y, como las comunicaciones resisten, habla dos y tres veces al día con su madre y con sus hijos. A Jalina no le tiembla la voz recordando la huida en el coche con las dos niñas. Relata con mucha calma un viaje largo y cansado en el que tocó cuidar de sus nietas, intentar que lo pasaran lo mejor posible. Cuenta con media sonrisa que ha tirado de su experiencia como enfermera que incluye pautas para actuar en caso de guerra. Cree que le ha servido para afrontar toda la situación. Ahora, la nieta mayor está ya en el instituto. La menor se ha quedado con la abuela, ‘la babusya’, y viven con una familia polaca. Jalina colabora con ellos en las tareas del hogar y, sobre todo, con el voluntariado en el Palac Suchodolskich (Dorohusk), que ha pasado de acoger actos institucional a dar techo, cama y calor a decenas de familias que buscan reposo al cruzar la frontera. Anima a sus compatriotas a que hagan lo mismo, que intenten ocupar su tiempo. Lo cuentan los enviados especiales de RNE, Fernando Torrico e Isabel Jiménez.
Las mañanas de RNE - Josep Cuní
RNE en la frontera | La huida de la 'babusya'
08/03/2022
00:09