El mal dato del paro de julio y lo que se prevé para agosto, han sembrado la incertidumbre y el miedo a un frenazo económico. Además, en el último mes, la confianza del consumidor ha caído con mucha fuerza y los indicadores de actividad del sector manufacturero, los llamados PMIs, muestran una contracción de la producción. A todo eso hay que sumar las dudas sobre cómo se comportará el turismo cuando pase el verano y si la inflación conseguirá moderarse.
El Gobierno reconoce que desde hace 3 semanas han percibido una ralentización del mercado de trabajo y ya no descartan una recesión. El horizonte va a depender en gran parte de lo que ocurra con el suministro de gas y la guerra de Ucrania, pero incluso aunque la economía no creciera nada en los próximos trimestres, en el conjunto del año el PIB rebotaría alrededor de un 4%. Informa Cristina Ganuza.