Este inicio de año hidrológico 2021-2022, que empezó en octubre, está siendo el segundo más seco de este siglo, únicamente superado por el de la temporada 2007-2008. Las lluvias han sido un 35% inferiores, mientras que las cuencas hidrográficas están al 44% de su capacidad. Aunque es un problema generalizado en toda España, Andalucía y Cataluña presentan mayores complicaciones. En Andalucía preocupa la situación de la Cuenca del Guadiana y del Guadalquivir, la más extensa de la comunidad, que se encuentra en un 28,5% de su capacidad. La Confederación Hidrográfica asegura que el abastecimiento humano no se verá afectado, pero el cultivo de regadío y los agricultores que se dedican al olivar podrían sufrir todas las consecuencias. Ya el año pasado tuvieron restricciones del 50% y en 2022 se habla de que podrían perder el 80% de sus cosechas: “Podemos enfrentarnos a una cosecha de aceite de oliva nula en Andalucía”, expresa Juan Luis Ávila, secretario general de COAG Jaén.
En Cataluña, en el Alto Ampurdán (Girona), más de una veintena de municipios tienen restricciones desde octubre, cuando se decretó la situación de alerta. Allí no solo se limita el uso para la ganadería y agricultura, sino también para el consumo personal, con un máximo de 250 litros por habitante y día. La Agencia Catalana del Agua reconoce que la situación empieza a ser preocupante.
Jorge Olcina, responsable del laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante y expresidente de la Asociación Española de Geógrafos, expresa que es necesaria una vigilancia continua de lo que está ocurriendo. “La sequía es un riesgo silencioso pero constante, no avisa de una manera inmediata y radical como una tormenta o temporal, por lo que hay que hacer un seguimiento continuo”, ha asegurado en Las Mañanas de RNE. Olcina explica que estamos en un inicio de año seco, y que los meses de marzo y abril van a ser determinantes para establecer una evolución de medio y largo plazo. “Si no cambia de forma radical las condiciones, podríamos hablar de que España habría entrado en un ciclo seco”, declara, algo que asegura “no es nuevo, ya que ha habido grandes sequías en los años 80 y 90”. Olcina cree que el abastecimiento humano del agua está garantizado, pero el problema es el campo y el territorio interior peninsular donde, sin grandes núcleos de población, los problemas se incrementan. “En este contexto de cambio climático, tenemos que ir adaptando nuestros sistemas de gestión y almacenamiento del agua, para que podamos estar dos o tres meses sin una gota de agua y podamos tener depósitos suficientes para que no falte agua en las ciudades”.
Informan Javi Núñez y Gemma Estévez