Eduardo Rojas Briones, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, ha explicado en Las mañanas de RNE el conjunto de factores que han llevado al incendio de sexta generación en Sierra Bermeja. "El final del verano es difícil, tras dos o tres meses sin lluvia, con una situación de viento terral que se da poco, pero se da, y una orografía horrorosa, de las más complicadas de la península, con clima mediterráneo, y una zona que por la tensión entre la construcción y el turismo en la costa y el interior, la agricultura no ha sido rentable, se ha enfoscado y el verano suele ser suave y esa acumulación de biomasa sin gestión alimenta el incendio".
La dirección del viento complicó la situación, explica. "El viento terral iba alineado a la sierra". El caso del incendio de Ávila fue distinto por la orografía. "Mucho más suave. Se quemaron 12.000 hectáreas pero había zonas sin quemar, había poca vegetación". También ha mencionado el caso de Pedrogao Grande, en Portugal, donde la investigación detectó que se produjo un pirocúmulus que se conocía de norteamérica. "Es como un tornado inverso. Se genera una tormenta y en un momento llega a llover, y el viento centrífugo es muy peligroso porque es muy rápido. Fue lo que mató a las personas".