En la segunda guerra mundial la supremacía germánica evitaba el mayor número de abortos de mujeres solteras y llevaban a esos niños a las granjas de criaturas perfectas. Forma parte del proyecto Lebensborn que ideó Hitler. Su deseo era tener a muchos niños de raza aria para ser los mejores. No dió el resultado que ellos querían, porque no eran suficientes, y crearon una especie de fábrica de niños. Miles de niños rubios, altos y con ojos azules, fueron secuestrados por los alemanes en aquellos territorios que habían conquistado. De esa pesadilla nace la nueva novela de Gisela Pou, Los tres nombres de Ludka. Una dramática historia poco conocida: la de estos niños robados por los nazis que tras el fin de la guerra fueron repartidos por distintos países. Cerca de doscientos llegaron a Barcelona en 1946. Venían solo para pasar unas vacaciones y algunos estuvieron hasta diez años.
De todos estos niños Gisela Pou ha creado a Ludka Nowak, una niña de nueve años que en 1946 llega a Barcelona acompañada de un centenar de niños huérfanos polacos.