La música cura, o al menos, alivia el dolor emocional. Músicos Sin Fronteras construyó en el Kurdistán iraquí una academia, la Mirzo Music Center, para que los niños y niñas pudiesen refugiarse en melodías bellas con el fin de aislarse de la guerra. Entre 2014 y 2017 el Estado Islámico secuestró, violó y esclavizó a muchas mujeres kurdas. Ahora es Turquía quien bombardea el Kurdistán. Y esas bombas han asolado la ciudad de Khanasore, donde Músicos Sin Fronteras levantó su academia. Para llevar música a la zona, pero también para mandar mantas, ropa, leche y agua, Músicos Sin Fronteras ha lanzado el Proyecto Génesis: el artista Ernesto Knörr ha creado una escultura de la que se harán 500 reproducciones y el dinero de su venta se convertirá en ayuda solidaria para el pueblo kurdo. Porque la música cura.
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