Si la violencia contra la mujer tiene múltiples caras en la mayoría de los países, en la India es directamente el demonio. Según la fundación Thomson Reuters se trata del país más peligroso del mundo para serlo. Cada hora muere una mujer a causa de la dote, ocho son agredidas sexualmente y seis son secuestradas o raptadas. Son datos de la ONU que incluyen una de las tasas de empleo femenino más bajas del mundo.
Y eso ocurre cuando consiguen existir. Según el último censo, en 2011 había siete millones menos de niñas que de niños. No es casualidad. Los feticidios femeninos son tan comunes que las autoridades prohibieron las ecografías.
Pero cuando el machismo no busca matar se propone lo que está más cerca: la anulación. A eso responde, según los expertos, los ataques con ácido que buscan el repudio social. Las organizaciones humanitarias los elevan a mil al año. El Supremo reguló la venta de productos corrosivos, pero no fue suficiente.