Su figura fragil, de sonrisa amplia, esconde la voluntad de acero que uno de los regímenes más represivos del mundo no ha logrado doblegar.
Aung San Suu Kyi, de 67 años, nación en Ragún, en un entorno íntimamente relacionado con la historia política del país. Su padre, el general Aung San, fué uno de los artífices de la independencia de Birmania respecto al Reino Unido, y murió asesinado seis meses antes de ver cumplido su sueño.
Suu Kyi se formó en la Universidad británica de Oxford, y allí conoció a su esposo, Michael Aris, con quién tuvo dos hijos. En 1988, a su regreso a Birmania, emergió como símbolo nacional tras las manifestaciones estudiantiles del 8 de agosto. Ha permanecido 21 años bajo arresto domiciliario, alejada de su familia, hasta su puesta en libertad en 2010. En las elecciones del pasado mes de abril, ganó un escaño en el Parlamento. La amplitud del poder que ejercerá realmente, está aún por determinar.
Con su característica resolución, Aung San Suu Kyi ha esquivado siempre hablar de su sufrimiento. "Yo misma - suele decir - tomé la decisión" (25/07/12).