Casilda Hernáez Vargas hizo frente al triple estigma de ser mujer, gitana y pobre. Nació Zizúrkil en 1914. Hija de madre soltera, aprendió a leer y escribir en la escuela pública de Atocha, en San Sebastián, y desde muy joven militó en la CNT, el sindicato anarquista.
Un tribunal de guerra la condenó a veintinueve años de prisión por su participación en los sucesos y la huelga general de 1934. Después de dos años de reclusión, fue liberada en 1936, gracias a la amnistía que el Frente Popular otorgó tras su triunfo electoral.
Ese mismo año, conoció al que sería su compañero para toda su vida, el dirigente anarquista vasco Félix Likiniano. Juntos se enrolaron en la milicia antifranquista y participan en diversos frentes de guerra. El final de la contienda los empujó a Francia, donde fueron internados en varios campos de concentración. Participaron en la Resistencia contra los nazis y, a finales de los 50, se solidarizaron con la causa del independentismo vasco.
Murió en San Juan de Luz, en 1992.