La figura de Cristóbal Colón ha sido reverenciada y recientemente reprochada. En la historia de la música, como en la del cine, también se han construido hagiografías y apóstrofes sobre Colón.
Aun así, Colón no ha tenido tantas músicas como Don Quijote o Don Juan. La primera obra considerable sería de un nieto de Bach, Wilhem Friedrich Ernst Bach: Colón o el Descubrimiento de América (¿principios del siglo XIX?), que canta su valentía y termina con fanfarrias de gloria. El primer famoso que hace música sobre Colón es el joven Wagner: Obertura Cristóbal Colón (1834), con su introducción misteriosa, su tema del heroísmo y sus tormentas.
En el siglo XX tenemos a William Walton: Cristóbal Colón (1942), con aires granadinos para la Reina Isabel, sones indígenas para la isla de Guanahaní, y coros gloriosos.
Y entramos en el mundo del cine: Arthur Bliss compuso la música para La verdadera historia de Cristóbal Colón (1949), donde sí aparecen las penumbras que rodearon sus viajes, y el menosprecio que recibió de sus contemporáneos al final de su vida.
En 1992 tenemos las dos películas más celebradas: Cristóbal Colón, el Descubrimiento, con música de Cliff Eidelman, que desarrolla dos temas con la técnica del leitmotiv: el tema de Colón y el tema del Descubrimiento, y atraviesan diversos estados existenciales: la duda, la perseverancia, el "paraíso perdido" de los indios tahinos, y aclamaciones finales para la posteridad.
La banda sonora más difundida es la de Vangelis para Riddley Scott: 1492, la Conquista del Paraíso (1992). Aquí parece que la música porta ciertos sabores medievales cuando Colón se encamina al Nuevo Mundo, y también retrata "Light and Shadow" en otro de sus temas. La música de Vangelis nos sirve para situar a Cristóbal Colón: sus exhortaciones de "tratar a los nativos con respeto"; las atrocidades cometidas -sin embargo- por algunos desalmados, que hoy se cargan sobre Colón; el presentismo con que se ha mirado su figura; su ambición personal versus su generosidad hacia los indígenas en su testamento... Pero, sobre todo, el viaje de Colón fue un trayecto desde la superstición hacia la realidad, la ciencia, es decir, la luz. Eso lo corrobora el temazo de Vangelis con el que acabamos.