Terminamos la Tercera Sinfonía, aquel "gran himno de gloria a todos los aspectos de la Creación" (según Mahler mismo).
El tercer movimiento, "Lo que me cuentan los animales del bosque", empieza con su tema de la canción "Relevo en verano", en que el cuco, pájaro de la primavera, es relevado por el ruiseñor del verano. Aquí entra una trompa de postillón que cantará apaciblemente una copla de jota aragonesa (la misma que citaron Glinka y Franz Liszt).
El cuarto movimiento es "Lo que me dice la Noche (el Hombre)", donde una contralto de las entrañas de la tierra canta un fragmento del Zaratustra de Nietzsche: "¿Qué habla la medianoche profunda?", y cita enigmáticamente "La Paloma" de Iradier.
El quinto ("Lo que me cuentan las campanas de la mañana") es un poema del Wunderhorn: "Tres ángeles cantan", un encantador momento de religiosidad naíf. Los querubines, con campanas, confortan al "pecador" Pedro, que llora amargamente por sus errores: "¡La alegría celestial es una ciudad bienaventurada!".
Y llegamos al sexto, "Lo que me cuenta el Amor", la música más sublime de Mahler, según Bruno Walter: "Es el cenit, el nivel más alto desde el que se puede ver el mundo [...]. Lo que Dios me dice". Felices amores sublimes y felices conmociones colosales, queridas y queridos.