Para Mozart, sus conciertos eran "un medio feliz entre lo fácil y lo difícil [...] pueden causar satisfacción a los muy conocedores [...] y a los menos instruidos".
El espíritu de la ópera, del gran espectáculo, entra en casi todas las obras de Mozart, con sus caracteres y sus afectos, accesibles para el aristócrata y para el cochero. Es la marca de la Ilustración, pero formateada por el genio de alguien sin igual.
Su primer movimiento tiene dos temas líricos, "femeninos" (como se decía machistamente en la época), que parecen personajes de El rapto del serrallo.
El segundo ha salido en decenas de pelis y anuncios, y es lo último que escuchó el dictador Stalin, un disco en la versión de Maria Yudina, que lo consideraba ¡¡en público!! un criminal y nunca fue detenida por ello, curiosamente. Un asesino afrontando la muerte con Mozart. Cosas.
El tercer movimiento es festivo y exuberante. El mejor Mozart, que compuso con profunda empatía y profunda seducción siempre.
Nuestra música contemporánea hoy es el Lacrimosa de Francisco Estévez, compositor súper-avanzado desde los años 70, post-estocástico, post-serialista... que alterna este lenguaje con música accesible, conmovedora, y hasta sentimental.
Felices empatías, queridos-as...