Música encantada para días encantados y un poco orientales. No vienen los Magos de Oriente, pero sí el terrible ademán del Sultán Schahriar y la voz sinuosa de Scheherezade. Ustedes han pensado que esta música habla del mar y el barco de Simbad, de la leyenda de un príncipe Kalender (o príncipe-mendigo), de un joven príncipe con su princesa (o viceversa), de un festival en Bagdad y de una tempestad con un barco que se estrella contra una roca coronada por un guerrero de bronce. Pero no, aquí se oponen dos principios musicales: el tiránico-enfático del Sultán, con un tema que genera agresión, violencia, temor... y el otro principio, la voz seductora de Scheherezade que dulcifica al Sultán, que lo balancea como una barcarola, que lo redime y lo amansa al final de esta fantasía sinfónica. Rimsky en 1888 lleva hasta consecuencias insospechadas aquella convención del "tema masculino" y el "femenino". Vindicación, pues, del poderío hechizante de una voz de mujer. Feliz y hechizado Año Nuevo, amigos y amigas.