¿Decimonónica o contemporánea?... ¿Humorada inocente o burla?... Y esos cascabeles... ¿Sonrisa colorida o amargo escepticismo?... Muy pocas ideas serias parecen brotar de esta música, compuesta a partir del último movimiento, "La vida celestial", que es una estampita naïf sobre un banquete en el paraíso. El primer movimiento tiene tres temas casi impertinentes que parecen juguetear con las viejas formas. ¿Y ese toque de trompeta que anticipa la Quinta Sinfonía?... ¿Y esa reexposición como saliendo de un sueño?... Hasta la Muerte parece una máscara de carnaval, encarnada en el violín del "Amigo Hein" (segundo movimiento). En el tercero, la aparente "sonrisa de Santa Úrsula" es tal vez su propia madre, con esa mueca trágica tras el velo beatífico. El inexplicable final. La explicación de Joan Grimalt, según los tópicos mahlerianos: ¿rebeldía?... La percepción de Enrique Rueda: ¿una sinfonía-respiro?... ¿Mahler moderno o antiguo?... Lo que dicen Theodor Adorno, Harold Schonberg (no es primo del otro...), González Casanova y el maestro Pérez de Arteaga. Todo el mundo tiene una teoría... (menos yo).