Un Brahms cincuentón hechizado por el lago Thun, por el rumor de los Alpes y por la joven Herminie Spies, escribe una canción: "Como una melodía pasa suavemente…". La fugacidad o la fragancia de esos encantamientos, incluido el mismo tema musical, entran en su Sonata para Violín y Piano opus 100 (1886). Revisamos el mito de "Brahms, músico absoluto" analizando esa sonata y escuchando el Adagio de la Sonata para Violín nº3. Intermedio: el Scherzo de la Sonata F-A-E arreglada para violín y orquesta. Y analizamos otra obra de ese mismo verano: la Sonata nº2 para Cello y Piano. Es revolucionaria porque presenta un "tema sombra" en la zona del Tema B, y porque su Desarrollo no desarrolla nada, sino hace que el "paisaje de fondo", un deslizamiento de sombras, cobre protagonismo. Acabamos con su Canción de Cuna en jazz, por Leon Gurvitch.