"Bach y Beethoven erigieron catedrales y templos. Yo sólo deseé construir un hogar en que los hombres se sintiesen felices". Es la declaración de un genio del trazo breve y de la pequeña dimensión: Edvard Grieg. En su Concierto convoca la danza del "halling" e imita el violín noruego, el "hardanger". El motivo musical de su arranque vive una intra-historia a lo largo de tres movimientos, en los que se sosiega, se amansa, se oculta, y brilla con luz nórdica. Contamos el episodio que Grieg vivió en Roma con Liszt en 1870, quien tocó ¡¡a primera vista!! todo el Concierto. Explicamos el porqué de los cambios de humor contrastantes, la ausencia de transiciones, la técnica de la yuxtaposición... todo como parte del encanto escandinavo. Grieg cumplió su misión.