Revisitamos tres movimientos de la Quinta de Mahler. Una sinfonía como un mundo. Desde las tinieblas a la luminosa victoria final. Pero las tinieblas aquí las personifica la muerte vestida de dignidad municipal: ¡¡una banda de pueblo!! que camina en pasos irregulares como un cortejo fúnebre imperfecto, provinciano, casi casi grotesco. Y la canción es la de "El tamborcillo", el niño inocente que será ejecutado al amanecer. Gime el "niño interior" de Mahler... Y respira la canción triste "Los ojos azules". No hay desarrollo, no hay batalla beethoveniana: hay un grito estridente en mitad del movimiento, expresionismo largamente reprimido... Y vuelta a los sones fúnebres y a la llamada del destino. Los demás movimientos prolongarán ese paseo iniciático. El inmenso y desinhibido Scherzo. El famoso Adagietto, regalo de amor a la joven Alma Schindler, que cita dos canciones más y cita el "tema de la mirada" del Tristán. ¿Cuál será el desenlace de la Sinfonía?... El próximo día la acabamos.