"Por favor, no disparen al pianista". Este cartel era muy común en las películas del Oeste. Podía verse en el Saloon, muy próximo al individuo que aporreaba las teclas de la pianola al tiempo que los clientes que allí se daban cita bebían hasta que las balas comenzaban a salir precipitadamente de sus revólveres.
Dicha petición también puede emplearse en el caso de aquel que se sienta en un rincón a observar y contar la realidad a medida que los hechos se desencadenan y al ritmo que marcan sus protagonistas. Mientras toque las teclas de una máquina de escribir que resuena en el pasado o de un ordenador o de un smartphone, por favor, no disparen al periodista.