En La vida del Buscón, novela escrita con esa gran potencia de humor lírico, con una prosa con mucha más sustancia que los huesos que apura nuestro protagonista, bajo el prisma de un cierto desencanto en la tristeza cómica tan característico de Quevedo, se presiente el aliento de ventisca de otra obra fundamental, que coincidirá en el tiempo con la novela de Quevedo: Don Quijote. Y no sólo en ese descreimiento fin de época, bajo el próximo ocaso, ya intuido, del imperio español, sino desde el prisma narrativo. Así, Don Quijote de la Mancha será piedra de toque no de renovación, sino de verdadera y genuina creación directa del género novelesco tal y como se entiende desde entonces. Miguel de Cervantes tirará de espada con la misma pericia que Francisco de Quevedo y portará en su estela un fracaso vital que convertirá en el germen de una literatura en verdad moderna, y para todas las épocas. No es el mismo tipo de derrota que experimentará Francisco de Quevedo; pero son dos visiones complementarias, por contemporaneidad y finura, en esa disección de mujeres y hombres, con pasiones y honduras. Así, en La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo, desde la cima fundacional del Lazarillo, la novela picaresca alcanzará su cumbre de agudeza y lenguaje. Pero con una diferencia muy importante con el Lazarillo: las pérdidas y los daños, los bienes del Buscón, no dependerán ya, como sucede a Lázaro, sólo de la fortuna, sino de sus propias acciones, de la voluntad de su protagonista.
No eran molinos. Clásicos de la literatura española
La vida del buscón, de Francisco de Quevedo
07/04/2023
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