No eran molinos. Clásicos de la literatura española   Campos de Castilla, de Antonio Machado 17/01/2025 27:00

En 1912, Antonio Machado publica la primera edición de Campos de Castilla. El mundo parisino y simbolista que ha venido rondando la juventud del poeta en libros anteriores ya se ha quedado atrás: otros son los impulsos y las motivaciones de su nueva escritura, que ahora busca entender una esencialidad del pensamiento en el escenario y su paisaje. Estamos en Soria, donde el hombre se encuentra con la tierra. La bohemia inicial de noches encendidas hasta el amanecer en tascas madrileñas, o en bares como el viejo Calisaya en París, donde viera la sombra espectral de Oscar Wilde como un último ángel de majestad caída, ahora ha dado paso a caminatas hasta el anochecer, por veredas y montes, entre rutas agrestes, con el aliento mítico de los viejos pastores que conocen caminos olvidados entre los peñascales.

Porque en Soria, recuperado ya por el poeta ese primer impulso juvenil de la Institución Libre de Enseñanza, Antonio Machado enlazará excursiones y unos largos paseos por los grandes pinares de la sierra de Urbión, llegando hasta las fuentes del río Duero y la laguna Negra: esa naturaleza se convierte en la representación, con sus últimos ecos, de La tierra de Alvargonzález, el poema más extenso de Antonio Machado. La composición encarna un deseo de trascender la arena de su tiempo con aquella música a la hoguera del antiguo romance, una idea que tanto ha compartido con su amigo José María Palacio, redactor del periódico Tierra Soriana. Estamos ante un páramo real, que aún no ha dado paso al páramo total en la vida de Antonio, cuando, poco tiempo después, se convierta en la encarnación de su dolor hondo de pérdida.

No eran molinos. Clásicos de la literatura española
Más opciones