“Ahora estoy trabajando en una nueva comedia. Ya no será como las anteriores. Ahora es una obra en la que no puedo escribir nada, ni una línea, porque se han desatado y andan por los aires la verdad y la mentira, el hambre y la poesía. Se me ha escapado de las páginas. La verdad de la comedia es un problema religioso y económico-social. El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos”. Esta nueva comedia de la que habla Federico García Lorca al periodista Felipe Morales, de La Voz, el 7 de abril de 1936, es La casa de Bernarda Alba. Escrita, al parecer, solamente en unos días, tras un proceso, según sus palabras, de “una larga rumia”, Lorca no tendrá tiempo de ver representada la obra que supone una culminación de todo su teatro. Se la leerá a varios amigos, en lecturas privadas, en los meses siguientes, mayo y junio de 1936. El aire tiene ya ese sabor metálico de sangre que hace presagiar la que será nuestra mayor tragedia: esa guerra civil que se llevará por delante, a través de la muerte o del exilio, a nuestra Edad de Plata. El primero de ellos en caer será el propio Federico García Lorca, asesinado en Granada el 18 de agosto. Tiene sólo 38 años, está en la plenitud y deja un universo involuntariamente interrumpido, pero en una permanente expansión. La casa de Bernarda Alba, considerada como la cumbre de la expresión dramática lorquiana y concebida para Margarita Xirgu, no se estrenará hasta el 8 de marzo de 1945, en el Teatro Avenida de Buenos Aires.
No eran molinos. Clásicos de la literatura española
La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca
19/07/2024
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