Hemos entrado en una sala de doblaje. Estamos en Joinville, en los estudios franceses de la Paramount. Son aún los años 30 y se fuma abundantemente. Sólo hay una mujer, que está doblando la voz de Marlene Dietrich. Algo hay en sus ojos de esa ensoñación bajo los cielos líquidos del amanecer que alumbrarán también, en ese poema en marcha que empieza a ser el cine, la presencia de luz de Marlene Dietrich. No es una presencia artificial, no es otra Mae West que haya continuado todo el repertorio de las rubias platino: algo hay en Marlene que nos seduce con la sensualidad de su misterio. Pero Marlene, en España, se encarnará en la voz de una mujer llamada Josefina de la Torre. Tiene talento para la interpretación, es actriz y sabe ocupar su escenario con ese fondo huidizo de sus ojos, desde una calidez que se despierta antes de ser tocada. Resultará perfecto el ensamblaje y, durante mucho tiempo, será la voz de Marlene Dietrich. Así, cuando Pablo García Baena vea por primera vez El ángel azul en un cine de Córdoba, escuchará la voz de esta mujer polifacética nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1907, activa en todas las vanguardias y muy próxima a la generación del 27. Melodiosa y grave, es una voz que toca la conciencia de la mujer que vemos en pantalla. Si nos adentramos en su timbre, podremos ir tocando los poemas que también se abrirán desde sus labios, porque en 1930 ya ha publicado un libro que ha tenido su recorrido crítico: Poemas de la isla. Cuatro años después, junto con Ernestina de Champourcín, serán las únicas mujeres incluidas en la famosa Antología de la Poesía Española de Gerardo Diego.
No eran molinos. Clásicos de la literatura española
Poemas de la isla, de Josefina de la Torre
10/11/2023
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