No eran molinos. Clásicos de la literatura española   La feria de los discretos, de Pío Baroja 20/10/2023 23:11

Pío Baroja llega a una Córdoba invernal, con la niebla mecida sobre en la rivera del Guadalquivir, a comienzos de 1904. Es un momento crucial en la construcción narrativa de Baroja: está por perfilarse aún su personaje de hombre de acción que toma parte en todos los temblores del acontecimiento, con una carga histórica añadida en la aventura de vivir. También Baroja está pintando, a su manera, una idea panorámica de España, con varias sutilezas interiores: ya ha estado en Toledo con Azorín, en la Rioja con Ramiro de Maeztu y, con su hermano Ricardo, en la sierra de Urbión. En 1904 llega a Córdoba. Según José Carlos Mainer, todos estos viajes anteriores propician lo que luego será una constante en la mirada barojiana, “estéticamente intensa, pero políticamente pesimista y desconfiada”. Estamos en 1904, pero ya sabemos que los acontecimientos posteriores no harán sino refrendar ese diagnóstico, más sensorial que analítico, que quizá encontraría, en Córdoba, su cristalización. En unos años de gran fecundidad, ¿qué hace diferente esta novela? Con ella abre Baroja su trilogía El pasado. Las peripecias de Quintín García Roelas, en esa red de calles a veces nebulosas en su laberinto, con pasiones ocultas que trascienden todo lo visible en esas horas rutilantes del día, el escritor alcanza su modelo de héroe. Es un perfil nuevo, que carga con los claroscuros de esa misma ciudad hacia 1868, justo antes de la Revolución “Gloriosa”, que costará el exilio a Isabel II, y marcará también, para Baroja, su propia revolución personal, como autor que nos revela, en estas aparentes aventuras, todo ese desencanto existencial que saben planear sobre el vacío.


No eran molinos. Clásicos de la literatura española
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