Es como un gran navío anclado a quinientos kilómetros al este del continente. Su condición insular hace de Madagascar un auténtico arca de Noé, un mundo en una botella que ha evolucionado según sus propias reglas. A pesar de la deforestación sufrida en siglos pasados, el país de los baobabs, los lémures y los camaleones conserva una enorme biodiversidad. Una veintena de parques nacionales recogen esa riqueza con todas sus singularidades, desde el bosque tropical más impenetrable hasta ecosistemas áridos donde las hojas se convierten en espinas. Hoy nos proponemos asomarnos a sus cuatro puntos cardinales con buenos conocedores del terreno. Comenzamos con Chelo Mayoral, presidenta de la ONG Amist, que lleva a cabo proyectos de educación, apoyo a la maternidad y a la infancia en las ciudades de Antsirabe y Antananarivo, la capital. Después, en compañía de la diplomática Duprine Zafimanjakasoa, tomamos la carretera nacional 7, que conecta Antananarivo –apodada Tana– con Toliara (Tuléar en francés). El período colonial galo dejó huellas que son visibles en la arquitectura de las principales poblaciones y en el uso del francés como lengua cooficial junto con el malgache. Exploramos también el muy turístico norte de Madagascar; la secretaria del consulado honorario del país en Barcelona, Irina Razafimbelo, nos guía por la zona con paradas en Antsiranana, el parque nacional de la Montaña de Ámbar y la pequeña isla de Nosy Be. En la costa este nos dejamos llevar por las tranquilas aguas del Canal de Pangalanes en compañía de Vola Madio Hélène, de la ONG Agua de Coco. El presidente de dicha organización, José Luis Guirao, nos espera en Toliara junto a Carole Sánchez, responsable de la agencia de viajes solidarios Run the World, para mostrarnos esta localidad de la costa suroeste y algunas de sus acciones de cooperación. Más al norte, en este mismo litoral occidental, nos detenemos en la fotogénica Avenida de los Baobabs y en la hipnótica reserva Tsingy de Bemaraha, caracterizada por unas picudas y fantasmagóricas formaciones kársticas. Además a lo largo del viaje paramos en pequeñas ciudades como Behenjy, Ambatolampy o Fianarantsoa, donde el antiguo residente en Madagascar Adolfo Rolo nos recomienda tomar el único tren de la isla, que nos conduce hasta Manakanara, al borde del Índico. Es un viaje deliciosamente lento por las proximidades del parque nacional Ranomafana.
Nómadas
Madagascar: África en versión original
28/05/2022
56:06