Son pueblos y ciudades nacidos por y para el mar, un océano que hoy es un bálsamo pero que históricamente ha constituido su gran desafío. En los tiempos de hegemonía naval de británicos y holandeses, Jean-Baptiste Colbert –hombre fuerte de Luis XIV–, decide poner patas arriba Rochefort para refundar la ciudad con criterios militares y hacerla sede del astillero real, un Arsenal del que saldrá medio millar de barcos a lo largo de los siglos posteriores. En sus animadas calles de recto trazado aún se sienten los ecos de orgullo de un pueblo que se sabía elegido; una ciudad de aventureros como los tripulantes de la fragata Hermione –que hoy vuelve a navegar– o el excéntrico escritor y viajero Pierre Loti. En nuestro viaje por la provincia de Charente-Maritime visitamos también la exclusiva y paradisíaca isla de Ré, donde una decena de pintorescos pueblos reservan experiencias tan sobrecogedoras como la visión del Atlántico desde la linterna de un faro de sesenta metros de altura. Nuestro destino final está en la ciudad portuaria de La Rochelle, con sus tres torres defensivas y otras tantas dársenas históricas donde hoy se mecen los veleros y yates de recreo.