Aunque hoy pueda parecernos un animal legendario a la vista de su estrambótico aspecto –prominente pico, torpes andares, incapacidad para volar– el pájaro dodo fue todo un Robinson Crusoe. Sin depredadores que lo amenazaran, vivió tranquilo, aislado durante milenios, en esta pequeña isla africana al este de Madagascar. Fue la llegada del hombre, atraído por la riqueza natural del entorno, la que precipitó su extinción. Mauricio se llenó de plantaciones de caña, producto muy cotizado por franceses y británicos, que ejercieron el poder colonial entre los siglos XVIII y XX. Esta isla volcánica del grupo de las Mascareñas cuenta con una bella y accidentada orografía y una costa ideal para el baño y la práctica de deportes náuticos. Por eso el turismo es hoy la segunda actividad económica por detrás de la agricultura. La mauriciana Sharmila Barette guía nuestros pasos desde la capital, Port Louis; su compatriota Sarvesh Burundayal toma el relevo junto a la ciudad de Curepipe para mostrarnos el sur de esta pequeña nación en el océano Índico. Completan el retrato sonoro la portavoz del museo L’Aventure du Sucre Sandrine d'Unienville, el estudiante mauriciano Pedro Clement, el guía local Nassir Naujeer, la responsable de la web Isla-Mauricio.com María Holgueras y un representante de la cadena hotelera Beachcomber, Luis González de la Cruz.