Cuenta la leyenda que Carlos IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, andaba cazando ciervos por Bohemia cuando descubrió una extraña fuente de aguas calientes donde cayó primero su presa y después los perros que la acosaban. La historia es falsa porque la actividad geotérmica de la región de Karlovy Vary era conocida desde mucho antes del siglo XIV. Desde la Edad Media se vienen usando sus aguas ferruginosas para tratar dolencias de todo tipo, aunque no fue hasta el XIX cuando este rincón de la República Checa se convirtió en uno de los principales destinos de turismo de salud en Centroeuropa. La pequeña ciudad de Karlovy Vary se encajona en un boscoso valle muy cerrado en torno al arroyo Teplá, flanqueado por preciosos edificios neorrenacentistas pintados en tonos pastel. Los visitantes, que llegan buscando un tratamiento de balneario o simple relax, pasean por su amplia zona peatonal, taza en mano, para ir tomando las beneficiosas aguas que manan de las 13 fuentes alimentadas por un poderoso géiser. En este viaje sonoro viviremos una intensa experiencia termal y buscaremos, rumbo al sur, otros muchos encantos de la zona.