Los títulos históricos pesan en el presente del puerto más importante de Egipto. La ciudad fundada por Alejandro Magno mira al futuro sobre las ruinas y la memoria de un luminoso pasado que se apoya sobre dos símbolos perdidos: la riquísima biblioteca de Alejandría y el faro que señalaba su puerto, una de las siete maravillas del mundo antiguo. En el extremo occidental del gran delta del Nilo, esta urbe de cuatro millones de habitantes conserva parte de aquella atmósfera cosmopolita e intelectual. Los ecos literarios de escritores como Cavafis o Durrell, ambos vecinos de Alejandría, flotan todavía sobre sus callejas y vetustos cafés. Mezquitas, palacios, fortalezas y restos grecorromanos completan el panorama de este milenario enclave al borde del Mediterráneo donde muchos egipcios veranean atraídos por las temperaturas suaves.
