Las culturas prehispánicas siempre consideraron sagrado al Titicaca, el lago navegable más alto de nuestro planeta, elevado 3.812 metros sobre el nivel del mar. Su parte occidental, la perteneciente a Perú (la otra mitad es boliviana) tiene como ciudad y puerto de referencia a Puno. Encaramada en el Altiplano Andino, esta capital departamental lo es también del folclore peruano. El título le fue concedido por la sobreabundancia de danzas tradicionales; cientos de manifestaciones del arte de sus pueblos, que se reúnen cada año en la festividad de la Virgen de la Candelaria, declarada Patrimonio de la Humanidad. César Suaña, antiguo directivo de la Federación Regional de Folclore y Cultura de Puno, y Leonardo Valencia, presidente de la filial barcelonesa de la Asociación Cultural Caporales Centralistas Puno-Perú, nos explican la colosal dimensión de esta sonora y deslumbrante muestra de sincretismo. La capital puneña cuenta, además, con un hermoso centro colonial dispuesto en torno a su Plaza de Armas. El pintor y comisario de arte Nilton Vela y el guía oficial de turismo David Vilca nos muestran la catedral, el arco Deustua y el museo Carlos Dreyer, que exhibe hallazgos del cercano yacimiento arqueológico de Sillustani. En compañía de Gabriela Revilla nos asomamos al mercado y a los miradores sobre el Titicaca. Dentro del agua descubrimos las islas Esteves, Taquile, Amantaní y Suasi. Con el antropólogo Domenico Branca, investigador de culturas peruanas en la universidad de Sassari, visitamos las islas flotantes de los uros, auténticos microcosmos montados sobre grandes bloques de junco, de totora. Más al sur, a la orilla del lago, nos espera la arquitecta Dianet Flores para mostrarnos el rico patrimonio religioso de su ciudad, Juli.
Nómadas
Puno ante el espejo de los dioses
16/09/2023
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