¿Quién dijo que la alta cultura es patrimonio exclusivo de las ciudades? ¿Cómo pueden las artes revitalizar, proyectar hacia el mundo y repensar un territorio eminentemente rural? Por primera vez en su historia, el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión conceden el título de Capital de la Cultura a un conjunto de pueblos y pequeñas ciudades: 23 municipios austríacos pertenecientes al distrito montañoso de Salzkammergut. La responsable de la iniciativa, Elisabeth Schweeger, nos ayuda a entender su importancia para esta región de paisaje alpino, con altas montañas tapizadas de bosques, decenas de lagos, ríos y poblaciones sobradas de encanto. La sal siempre ha sido fuente de riqueza por estos contornos; todavía hay minas en explotación y algunas son visitables. La de Hallstatt, por ejemplo, es la más antigua del mundo. No muy lejos, en Altaussee, su intrincada red de galerías guarda el recuerdo del expolio y ocultación de obras de arte en tiempos de Hitler, una sórdida historia que a punto estuvo de acabar en la destrucción de todo el patrimonio al final de la guerra. Los nazis vieron frustrado su intento gracias a la perspicacia y el valor de los mineros locales. Dana Rausch, mediadora del museo Lentos de Linz, y Harald Pernkopf, responsable de comunicación de Salzwelten, nos ayudan a reconstruir este rocambolesco “Viaje de los cuadros”, título de uno de los principales proyectos expositivos de este 2024. El oro blanco –algo rojizo en este caso por la presencia de otros minerales– sigue latiendo en el corazón de estas colinas que recorremos en compañía de la guía de turismo Noelia Torres de Glasser. Nuestra ruta comienza en la escueta ciudad de Gmunden, asomada al imponente lago Traunsee y al macizo de Traunstein. Aquí no solo han vivido del cloruro sódico y la pesca; la elaboración de cerámica tiene siglos de tradición y su principal exponente es la fábrica Gmundner Keramik, que sigue produciendo diseños como su apreciado flameado verde. Eva Mistlberger, trabajadora de la empresa, nos muestra la exposición vinculada a la capitalidad europea de la cultura que acoge en sus instalaciones: "Moss People", una propuesta del artista finlandés Kim Simonsson basada en unos desconcertantes personajes infantiles de musgo. Acudimos a otros espacios de arte del entorno como la sala Blaue Butter, donde conocemos a la gestora cultural Friederike Reiter; o un antiguo aserradero convertido en sede de "Acta liquida", un proyecto de Heidi Zednik y Elza Grimm que habla del lago, el cambio climático y la memoria. A bordo del Regional Express del Salzkammergut llegamos a nuestra siguiente parada, el pueblo de Ebensee, tristemente famoso por un campo de concentración. El director de su memorial, Wolfgang Quatember, y la jefa de artes visuales de la capitalidad cultural, Simone Barlian, nos animan a asomarnos a su gran túnel. En su interior, la artista japonesa Chiharu Shiota ha suspendido largos vestidos femeninos en una densa y gigantesca estructura de hilos rojos que invita a reflexionar sobre nuestro lugar en el mundo. Continuamos viaje en la ciudad de Bad Ischl, elegida por la familia imperial como destino de vacaciones tras experimentar las propiedades medicinales de sus aguas salobres. También es el lugar donde el emperador Francisco José se comprometió en tiempo récord con su futura esposa, Isabel de Baviera, alias Sissi. En nuestra visita a la Villa Imperial conocemos a uno de sus tataranietos, Maximilian Habsburg-Lothringen. Seguidamente volvemos al tren para alcanzar la estación de Bad Aussee, pintoresca localidad que descubrimos de la mano de Sarah Schwarzlmüller, de su oficina de turismo, y Sieglinde Köberl, directora del museo Kammerhof.
Nómadas
Salzkammergut, ensalada de cultura y paisaje
22/06/2024
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