El escritor mexicano Sergio Pitol descubrió la literatura gracias a una enfermedad. Tuvo una infancia muy dura y la lectura le rescató. Fallecidos sus padres, a los seis años contrajo la malaria y fue su abuela la que le contagió su gusto por la lectura mientras estaba convaleciente. A los 12 años ya conocía las obras de autores como Tolstoi, Gogol o Dostovski. Una pasión, la de leer, que compaginó con los viajes.
Su faceta como diplomático le ha llevado a residir en una larga lista de países en los que ha engrandecido la cultura mexicana, pero a Pitol también se le conoce por sus traducciones y sobre todo por su creación literaria: poesías, cuentos y novelas como El arte de la fuga o El mago de Viena le han calificado como un grande en este oficio. Un reconocimiento que se ha visto coronado en 2005 con el Premio Cervantes, el galardón más importante de nuestras letras.