Ha pasado por las cocinas de medio mundo; ha conocido los fogones de las mejores cocinas de nuestro país. Disfrutó de una estrella Michelín y de algún Sol Repsol en su anterior proyecto. Pero este cocinero de imaginación desbordante, y origen sudanés, siempre ha soñado y ha sentido el sabor de la libertad, esa libertad que nos regala viajar exento de ataduras, con pocos medios pero con el alma repleta de pensamientos.
Samy Ali ejecuta una cocina provocativa, plena de sabor, atractiva y rebelde, en su pequeño espacio de extraño nombre y filosófico significado, Doppelgänger, ubicado en el Mercado de Antón Martín, en la madrileña calle Atocha.
Su apuesta es elaborar “platillos” que emocionen y que no dejen indiferente al comensal a partir de los productos que ese día encuentra en el mercado, cuando pasea por sus pasillos a primera hora de la mañana.
Y a partir del producto, la locura, la energía y esa cocina sin fronteras, donde las diversas culturas se dan la mano, celebran la diversidad en cada bocado, nos regalan armonía y nervio a raudales; todo un viaje natural, sin artificios, emocionante, tentador, sugerente.