Cesar Ruiz mamó el latido del vino; su padre ya se dedicaba a la distribución. Descubierto el camino, se decidió a recorrerlo, a sentirlo, para descubrir esos vinos que emocionan, que tiene alma y nos hacen sentir.
Aunque su tiempo de estudio lo dedicó a la Enología, una mala experiencia inicial le hizo dedicarse al contacto directo con el consumidor final, en Lavinia. Y ese contacto no lo ha dejado de lado, pues tras años en una de las grandes vinotecas de nuestro país, optó por moverse entre elaboradores más pequeños, más pegados a la tierra, y aceptó una oferta de Alma Vinos Únicos, a lo que luego se unió la apertura de La Tintorería en Madrid.
Como nunca olvidó su latido vitícola, hace dos años se embarcó en su propio vino, Tragaldabas. Un vino honesto, “de los que matan la sed” según sus palabras, que elabora con la casta rufete en la Sierra de Salamanca. Vinos de melodía musical, marcados por el britpop.