Hace tan solo una semana, el 7 de agosto, en las cercanías del Cabo Norte, en Noruega, el punto más al norte de Europa, se alcanzaron los 27 grados de temperatura. Una muestra más de cómo los efectos del cambio climático resultan cada vez más evidente e intensos, y sus efectos ambientales y sociales ya están siendo muy graves. En el mundo, cerca de 500 millones de niños y niñas viven en zonas donde soportan al menos el doble de días de calor extremo que el experimentado por sus abuelos y en nuestro país la frecuencia de olas de calor se ha triplicado desde la década de los años 60. Son los datos que arroja el nuevo estudio de Unicef que lanza una dura advertencia sobre la velocidad y la escala a la que están aumentando los días extremadamente calurosos para estos niños y niñas, muchos sin la infraestructura o los servicios necesarios para soportarlo. Los de África Occidental y Central son los más expuestos a días extremadamente calurosos y quienes experimentan los aumentos más significativos a lo largo del tiempo con una media de al menos 95 días con temperaturas superiores a 35 grados. El estrés térmico en el organismo conlleva amenazas para su salud. El impacto se multiplica por la forma en que afectan a la seguridad y la contaminación de los alimentos y el agua, dañan las infraestructuras, interrumpen los servicios, incluida la educación, y provocan desplazamientos. Los niños son mucho más vulnerables al calor extremo. Sus cuerpos se calientan más deprisa y se enfrían más lentamente. Por ello, Unicef emplaza a los gobiernos a actuar para controlar el aumento de las temperaturas, ahora que los gobiernos están elaborando sus planes nacionales de acción por el clima para el Acuerdo de París y que deben marcar el rumbo de la acción climática durante la próxima década. Pueden hacerlo, insiste Unicef, con la ambición y el conocimiento que los niños de hoy y las generaciones futuras tendrán que vivir en el mundo que dejen atrás.
Planeta vivo
Y la temperatura subiendo
14/08/2024
01:50