Propuesto para un Premio Nobel que injustamente nunca llegó, el sefardí en lengua francesa Albert Cohen (nacido en Corfú en 1895 y fallecido en Ginebra en 1981) está hoy considerado como uno de los grandes escritores del siglo XX, autor de una obra tan rotundamente original, lírica y voraz como la de Joyce, Nabokov o el mismísimo Céline. Gracias a su monumental novela Bella del Señor Cohen alcanzaría la fama mundial y poco a poco salió de su encierro, en el que voluntariamente se había recluido para dedicarse a escribir. Como una moderna y antirromántica versión de Cumbres borrascosas, Bella del Señor, fantasía cómica y sublime en torno al más sublime y destructor de los sentimientos, publicada en 1968, se convertiría en símbolo de toda una época, a través de la torturada y neurótica historia de amor, al límite de la locura, de lo Absoluto, o de la aniquilación más total, de dos amantes adúlteros en el periodo de entreguerras. Pero Cohen no fue el autor de un solo libro célebre. Desde muy joven, como declaró en vida, siempre tuvo en mente realizar un gran fresco u homenaje, partiendo de los orígenes de una familia judía. Más tarde esto se traduciría en una genial y enloquecida epopeya, cuyos protagonistas eran unos disparatados personajes, representantes sin saberlo del fin de todo un mundo que con ellos se acababa: “Mis Esforzados –diría Albert Cohen- que no son ni adultos, ni dignos, ni serios, ni parcos en palabras… Será mi adiós a una especie que se apaga y de la que he querido dejar un vestigio tras de mí, mi adiós al gueto donde nací”.
Por las fronteras de Europa
Albert Cohen: de Ginebra a la epopeya de Cefalonia
07/11/2023
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