Figura punta, junto a Brecht, de los intelectuales comunistas de la llamada República Popular de Alemania que resultaría de la partición acaecida una vez acabada la guerra, Anna Seghers (Reiling, Maguncia, 1900-Berlín, 1983) creció en el seno de una familia judía acomodada. Su primera obra, Los muertos en la isla de Djal, data de 1924, pero sería La revuelta de los pescadores de Santa Bárbara, de 1928, año en el que se afilia al Partido Comunista, la que la lanzó a la fama. En ella, Seghers, con un vigoroso y seco lenguaje poético, representó la vida austera y la rebelión emprendida por un pequeño pueblo de pescadores, habituados a luchar desde siempre contra elementos naturales adversos de toda clase. En este caso se trataría de los armadores de los barcos con los que faenaban. Algunas de sus novelas, como es el caso de Tránsito, son obras excepcionales en su género y tema: el exilio, la emigración de grandes masas de gente en tiempos de pánico y barbarie, de confusión y caos generalizado como son las guerras. Es decir, la trágica, insustituible pérdida en ocasiones para siempre de una patria propia a causa de los conflictos bélicos, de las persecuciones políticas, de los genocidios, que se convertiría desde entonces, desde los años 30 previos a la Segunda Guerra Mundial y los años 40 de la conflagración, en la imagen repetida, casi simbólica, arquetípica, de las catástrofes que se darían cita en el siglo XX, en una modernidad de la que actualmente somos sus más inmediatos y a veces inconscientes eslabones.
Por las fronteras de Europa
Anna Seghers: en busca de un visado
13/02/2024
08:00