En 1939, el gran escritor de la vanguardia polaca Witold Gombrowicz (nacido en Maloszyce, en el centrosur de Polonia, en 1904 y fallecido en Vence, Francia, en 1969) emprende uno de los viajes más disparatados y menos heroicos de la Historia, que se convertiría, de forma no premeditada por su parte, en exilio definitivo y, para muchos, en deserción vergonzosa de la que había sido hasta ese momento su mortificada patria. No estábamos ante un glorioso destierro por razones políticas, ni siquiera como protesta por algo más o menos intolerable sucedido en el suelo natal. En su caso se trataba, pura y llanamente, de un acto automático, tomado en medio del más tambaleante e incierto Vacío (una de sus palabras favoritas) como si hubiera surgido de la mano de cualquier escritor surrealista. Un hecho que, en principio, merecería muy pocas líneas por parte de cualquier historiador, pero que se convertiría sin embargo en una de las más celebradas y provocadoras cumbres literarias del siglo recién acabado. Su obra Trans-Atlántico, escrita entre 1948 y 1950, sería sin duda una de sus obras más demoledoras y salvajes, "nave corsaria -como él la definía-que contrabandea con una fuerte carga de dinamita, con intención de hacer saltar por los aires los sentimientos nacionales vigentes entre nosotros, los polacos".
Por las fronteras de Europa
Witold Gombrowicz, en una nave corsaria
30/01/2024
08:51