Adoptada por un matrimonio perteneciente a una secta evangélica de gran fanatismo, para la que los católicos eran tan solo unos herejes, la pequeña Jeanette -según contaba la escritora británica Jeanette Winterson en su libro Fruta prohibida- creció con dos ideas fijas: que los infieles acechaban por todas partes y que ella y los de su comunidad eran los únicos y verdaderos elegidos por el Señor. Jeanette muy pronto se supo al dedillo el Antiguo Testamento y acompañó a su intolerante e iluminada madre, que soñaba para ella un futuro de misionera, a difundir la verdad de su fe. Pero la llegada de la adolescencia fue catastrófica: con sospechosas y más tarde confirmadas tendencias homosexuales por su parte, seria arrojada como el demonio lejos del seno familiar y de los que hasta entonces habían sido "los suyos". A los 16 años se lanzaría a vivir como pudo su propia vida, trabajando al comienzo como vendedora de helados y más tarde como maquilladora de cadáveres.
Una de las mejores escritoras de nuestros días, Jeanette Winterson, nacida en Manchester en 1959, es la autora de libros espléndidos como La pasión, Escrito en el cuerpo, La niña del faro o La mujer púrpura. "Somos todos huérfanos -dirá Winterson en la que sería su nueva versión de La isla del tesoro de Stevenson, La niña del faro- pero si aprendemos a leer nuestra vida como un cuento, podemos escapar de la tiranía de los hechos".