Si en su excelente novela El intocable (de 1997) el escritor irlandés John Banville (Wexford, 1945), considerado el mejor de su generación, y uno de los más importantes estilistas de todo el panorama mundial, autor de la bellísima novela El mar y durante años director del suplemento cultural del Irish Times, indagaba en períodos de propagación de las ideologías autoritarias en Europa, a través, en aquel caso, de los intelectuales marxistas de antes de la guerra, defensores de la Unión Soviética, reunidos en Cambridge, en su novela Imposturas, de 2002, este autor se inspiraría en otra figura, del otro bando, bastante más desconocida para el gran público: uno de los principales teóricos de la literatura del siglo XX, Paul de Man (Amberes, 1919 - Connecticut, 1983) simpatizante del nazismo.
La autobiografía apenas velada de El intocable tenía como fuente de inspiración central al refinado intelectual que todos descubrieron con horror en su día en su calidad de traidor a la patria: Sir Anthony Blunt, el célebre historiador del arte británico, emparentado con la familia real, que durante años trabajó como espía de los soviéticos. Por su parte, en Imposturas, la encarnación del mal ideológico en aquellos años turbulentos de exaltación y culto a la violencia, que prepararon el terreno al advenimiento de la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto, tenía que ver con un personaje no menos turbio, incómodo e igualmente detestable, el intelectual belga pronazi Paul de Man.