Junto a otros escritores como Nedim Gürsel, en su día exiliado a Francia, la turca establecida en Londres Elif Shafak, el autor sefardí Marco Levi, o el muy popular Zulfu Livanelli, Orhan Pamuk (nacido en Estambul, en 1952) es indudablemente el escritor turco más conocido de su generación y también el más premiado y reconocido internacionalmente, cosa a la que sin duda contribuyeron entusiastas críticas como la que en su día le dedicó John Updike en las páginas del New Yorker. Autor de una decena de novelas, entre las que se cuentan La casa del silencio, El castillo blanco (en otras ocasiones traducida como El astrólogo y el sultán), La vida nueva, Me llamo Rojo, Nieve , El Museo de la Inocencia; Una sensación extraña o La mujer de pelo rojo, o de magníficos libros de memorias como Estambul. Ciudad y recuerdos.
Oriente y Occidente, realidad histórica y ficción novelesca, modernización y conservadurismo, ciencia y superstición, democracia y autocracia, religión y laicismo, liberación y sumisión de la mujer, son temas que actúan siempre a modo de eje neurálgico, de eje fijo que recorre brillantemente todas las novelas de Orhan Pamuk. Un gran narrador de historias fundamentalmente, aunque también refinado ensayista y memorialista en libros fascinantes, sin un género determinado. Un escritor que, muy al contrario de languidecer y perder brío con el paso del tiempo, en cada obra -y la suya última, de 2021, Las noches de la peste, es buena muestra de ello- afronta insólitos y renovados retos, así como espléndidas y ambiciosas metáforas.