Castillo de Windsor, Londres. 17 de Mayo de 1937.
Jorge VI escribe una carta de agradecimiento a su logopeda.
Mi querido Logue,
La Reina y yo acabamos de ver la película de nuestra Coronación, y no podía esperar para enviarle algunas líneas y así agradecerle nuevamente su arduo trabajo por ayudar a prepararme para el gran día.
Ya sabe lo ansioso que estaba porque todo saliera bien en la Abadía. El pobre ensayo me aumentó la ansiedad, pero finalmente mi mente se tranquilizó por la noche. ¡Ni un momento de duda o error! No se puede decir lo mismo de los obispos, por supuesto, ni de la pluma que utilicé para firmar el juramento; la tinta me cubrió los dedos, pero afortunadamente uno apenas puede distinguirlo.
El éxito se debió a su experta supervisión y su paciencia inquebrantable conmigo en los últimos meses. Realmente no sé cómo podría haberlo logrado sin usted.
Quiero que sepa lo agradecido que estoy, no solo por su inestimable ayuda con mi discurso, sino por su amistad y aliento devotos, y espero que acepte este pequeño regalo como muestra de mi agradecimiento.
Muy atentamente
Jorge VI