Un millón setenta y cinco mil euros de indemnización no sufraga el dolor de los padres de Antonio Meño, un paciente que continúa en coma después de dos décadas tras una rinoplastia, un operación de estética de la nariz.
En el programa En días como hoy, de RNE, su madre Juana Ortega ha reiterado que sienten que han vendido su dignidad y a su hijo, pero que no tenían fuerzas para seguir litigando otra década, como aventuraban sus abogados. El dinero piensan dedicarlo a que puedan seguir sus cuidadados una vez que ellos falten.
La madre de Antonio considera que el dinero no repara moralmente su dolor y que le hubiera gustado que el caso hubiera acabado con el anestesista, en particular, y los asistentes de quirófano en el banquillo y condenados, para reparar el dolor "que nos han causado a mi y a mi familia", ha dicho Ortega.