El pasado 21 de marzo de 2023, el día de la frustrada moción de censura presentada por Vox y defendida por Ramón Tamames, los miembros de Avite, la asociación española de afectados por la talidomida, protagonizaron una protesta frente al Congreso de los Diputados.
Llegaron en sus sillas de ruedas, con sus piernas ortopédicas, con sus brazos cortos y sus manos pegadas a los hombros, una vez más, para reclamar justicia, indemnizaciones y con la esperanza de ser escuchados.
Muchas de las personas que pasaban por la calle se detenían para interesarse, para preguntar a aquellas personas con malformaciones visibles en sus cuerpos. Los afectados contaban que llevaban toda una vida esperando un reconocimiento, que en tiempos de la dictadura se vendió y se regaló en las consultas de las embarazadas una sustancia para evitar náuseas, la talidomida, llegada desde Alemania, donde antes había sido prohibida por las deformaciones que producía en los fetos de las mujeres embarazadas.
Los afectados contaban su historia personal y la lucha colectiva, se acordaban de sus madres, muchas de ellas ya no están, madres con sentimiento de culpa por haber tomado la maldita talidomida prescrita por su médico, que acabó provocando terribles deformaciones en los cuerpos de sus bebés.
La talidomida es una sustancia diseñada en la Alemania nazi para combatir los efectos del gas Sarín, de la guerra química, que no funcionó pero que en tiempos de paz había que rentabilizar y vender sin saber muy bien para qué servía. Mujeres embarazadas que fueron utilizadas como ratas de laboratorio para mejorar las cuentas de resultados de Grünenthal, el laboratorio dueño de la sustancia.
La talidomida se ha puesto a la venta de nuevo, ahora si parece que sirve para calmar síntomas de algún tipo de cáncer, lo han descubierto mucho tiempo después, pero los efectos perniciosos siguen siendo los mismos.
Llevo décadas ejerciendo el periodismo y aquella mañana creo que había historias más importantes que contar en las puertas del Congreso que, dentro del hemiciclo, con un candidato que dos días después vendía su discurso en Amazon. Porque todo es cuestión de solo eso; dinero.